¡Síguenos!Aunque el autocontrol es importante, existe cada vez más evidencia de que el estrés juega un papel clave en el aumento de peso.
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El estrés crónico interrumpe nuestro sueño y desequilibra los niveles de azúcar en la sangre. Esto conduce a un aumento del hambre y a que comer se transforme en un escape emocional.
Eso, a su vez, lleva a una mayor interrupción del sueño, a niveles más altos de estrés y a valores aún más elevados de azúcar en la sangre.
Con el tiempo, esto puede conducir no solo a niveles insalubres de grasa corporal, sino también a diabetes tipo 2.
Los niveles de azúcar en la sangre aumentan cuando comemos, y en una persona sana, rápidamente vuelven a la normalidad.
Pero cuando una persona es puesta bajo estrés deliberadamente, sus niveles de azúcar en la sangre tardan apróximadamente tres horas en volver a la normalidad, unas seis veces más que en un día libre de estrés.
La razón por la que esto sucede es que cuando estás estresado, tu cuerpo entra en el modo "luchar o huir".
Tu cuerpo cree que está bajo ataque y libera glucosa en tu sangre para proporcionar energía a tus músculos. Pero si no necesitas esa energía para escapar del peligro, tu páncreas bombeará insulina para reducir nuevamente los niveles de azúcar en la sangre.
Estos niveles crecientes de insulina y la disminución de los niveles de azúcar en la sangre te harán sentir hambre, razón por la cual anhelas carbohidratos azucarados cuando estás estresado.
Lo mismo sucede cuando dormiste mal una noche.
Un reciente estudio de investigadores del King's College de Londres descubrió que, si privas de sueño a personas consumirán, en promedio, 385 calorías adicionales por día, lo que equivale a las calorías de un muffin grande.