¡Síguenos!El 19 de abril de 1966 la música mexicana sufrió una nueva y terrible pérdida: el “Rey del bolero ranchero” falleció a los 34 años
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El famoso intérprete llevaba, al menos, un par de años sufriendo de fuertes dolores en el estómago, pero debido a su apretada agenda, que incluía ya no solo conciertos y grabaciones de discos, sino también películas, no se atendió adecuadamente y se limitaba a tomar algunos medicamentos o comer ensaladas para mitigar el malestar.
La leyenda que él mismo se inventó decía que era un yaqui nacido en Nogales, Sonora, pero la realidad es que nació en el barrio de Tacubaya, Ciudad de México, el 1 de septiembre de 1931.
Trabajando en un centro nocturno llamado El Azteca (ubicado en Eje Central, cerca del Hotel Virreyes, y hoy convertido en una farmacia) Julito Rodríguez Reyes, quien fuera primera voz de Los Panchos, lo escuchó y se le abrieron las puertas del paraíso.
“Necesitas que te oigan”, le dijo Julito”. “Me tuvo fe”, comentaba Solís sobre el hombre que lo llevó a hacer su primera grabación de un disco y quien lo presentó al compositor y director artístico Felipe Valdés Leal, quien supo que en aquel joven existía el potencial de una estrella y lo acogió bajo su tutela, aunque la historia no fue sencilla al principio, ya que Solís aún tenía prendida a su garganta la voz de Pedro Infante, la figura que imitó durante años.
Una vez que encontró su propia voz el ascenso fue vertiginoso. Cientos de canciones grabadas en menos de una década. Una película a otra se sucedían en apenas unos años de lo que él llamaba su “humilde carrera artística” e incluso había planes para grabar un disco nada menos que con Frank Sinatra.
Pero todo se detuvo de golpe el 19 de abril de 1966 a las 5:25 de la madrugada, en la habitación 406 del Hospital Santelena de la Ciudad de México.
Dicen que Javier Solís se incorporó de su cama, aseguró sentirse bien y, de pronto, dio un suspiro muy largo y solo dijo “Ay Dios mío”. Se quedó quieto y su corazón dejó de latir.
Minutos después llegó Blanca Estela Sáinz, la mujer que compartió con él los últimos años de su vida y más tarde, esa misma mañana, la noticia ya circulaba por todo México: Javier Solís había muerto.
Comenzaron entonces las especulaciones, los mitos y también el misterio sobre la causa de la muerte. Cómo un hombre de 34 años había fallecido después de una operación de vesícula, era la pregunta recurrente.
De acuerdo con la investigación de José Felipe Coria, publicada en El Señor de Sombras, una trilogía de la editorial Clío, Francisco Zubiria, el médico a cargo de Solís, informó en una conferencia de prensa, a media mañana del 19 de abril, que “Javier había muerto a causa de una colesistitis, una infección de los canales biliares”.
Pero las dudas se desataron cuando Blanca Estela se enteró de que Zubiria, quien operó a Solís de la vesícula, no era cirujano. Pidió ver el expediente médico de Javier; sin embargo, el documento desapareció del hospital, sin que alguien pudiera dar alguna explicación.
Cuando Blanca Estela llegó al nosocomio tras enterarse de la muerte de Javier, Zubiria solo atinó a decirle “con el corazón no contaba”.
En aquel momento, el médico le comentó que “el deceso ocurrió por una descompensación vesicular provocada por el propio Solís al tomar agua, lo que tenía prohibido, que le produjo un deterioro cardiaco irreversible”, señaló Coria en su investigación.
Pero esa explicación solo dejó más dudas a la viuda, a quien le constaba que Solís ya había consumido líquidos días antes del deceso.
Y es que desde la noche del 12 de abril de 1966, Solís había sido internado debido a insoportables dolores en el estómago. A las 6:30 de la mañana del día siguiente entró a quirófano para que le retiraran la vesícula y el 18 de abril, el cantante ya comía y bebía agua, refresco de manzana y masticaba hielo, algo que disfrutaba mucho hacer.
Era tal el avance en su recuperación que ese mismo 18 de abril el médico Zubiria informó a Blanca Estela que Solís sería dado de alta el 21.
Fue por eso que la versión del vaso de agua resultó increíble para las personas cercanas a Solís, pero no para el gran público, pues muchos aún hoy consideran que fue esa la causa del deceso.
La realidad es que entre las diversas versiones de Zubiria y la desaparición del expediente médico, aún hoy nadie sabe qué pasó exactamente con Javier Solís entre la noche del 18 y la madrugada del 19 de abril.