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Anunció su dimisión el martes tras la publicación de un informe que cuestiona su gestión sobre abusos cometidos por John Smyth, un influyente abogado británico, contra jóvenes en campamentos de verano cristianos hace décadas. El informe ha provocado un sismo dentro de la Iglesia de Inglaterra y ha puesto bajo la lupa a las principales figuras eclesiásticas por su falta de acción ante las denuncias.
Welby explicó su decisión de dimitir en un comunicado, en el que asumió “responsabilidad personal e institucional” por el prolongado tiempo que ha tomado abordar estas denuncias. Además, mencionó que ya había solicitado al rey Carlos III el permiso para renunciar a su cargo.
El informe, elaborado por Keith Makin, un exdirector de servicios sociales, subraya que la Iglesia fue consciente de los abusos cometidos por Smyth desde la década de 1980, y afirma que sus líderes, incluido Welby, minimizaron las denuncias y no tomaron medidas para proteger a las víctimas. Helen-Ann Hartley, obispa de Newcastle, había instado públicamente a Welby a dejar su cargo, afirmando que su dimisión era necesaria para restaurar la confianza en la Iglesia.