Silvia Pinal fue despedida en el Palacio de Bellas Artes con una ceremonia póstuma que reunió arte, solemnidad y reconocimiento a su trayectoria. Dos años después de ser homenajeada en vida en el mismo recinto, la despedida subrayó su invaluable legado artístico y humano.

El vestíbulo del Palacio se adornó con una alfombra roja que conducía a una fotografía en blanco y negro de la actriz en su juventud. Elegantes arreglos florales blancos enmarcaron la imagen. Coronas de flores enviadas por personalidades destacaron en los pasillos, entre ellas, una con más de mil rosas blancas enviada por Luis Miguel, acompañada de una cinta negra.

A las 11:10 horas, una carroza Cadillac de 1928, la misma utilizada en las ceremonias de José José e Ignacio López Tarso, llegó al recinto con el féretro de la actriz. Entre aplausos, la familia ingresó el ataúd por la puerta principal del Palacio.

En el interior, figuras del espectáculo como Patricia Reyes Spíndola, Laura Zapata, Julieta Egurrola y María del Sol esperaban mientras el Ensamble del Instituto Nacional de Bellas Artes interpretaba réquiems que impregnaron el ambiente de solemnidad.

El ataúd fue colocado sobre una base en el vestíbulo principal, donde inició la primera guardia de honor. Las mujeres de la familia Pinal—Sylvia Pasquel, Alejandra Guzmán, Stephanie Salas, Michelle Salas, Camila Valero y Giordana Guzmán—se unieron frente al féretro. De la mano, compartieron su dolor y su amor en un emotivo momento de despedida.

La ceremonia marcó el último adiós a una figura que dejó huella en generaciones con su talento y carisma, recordada no solo por su carrera, sino también por su impacto en la cultura mexicana.